jueves, 29 de enero de 2009

Cómo duele

Recién ayer me detuve a escucharla, ya lo había hecho, pero no realmente. Me detuve en cada palabra, en cada frase, en cada significado.
Será que me llegó a lo más profundo de mi alma? Que me adentré en esa historia? Que sea lo que me está pasando?
Tal vez sí............
Pero qué real es todo, qué cerca o tan lejos estamos muchas veces del "otro", del que vive bajo el mismo techo o comparte nuestra cama o nuestra vida. Cuántas veces queremos y no podemos y casi siempre hace falta tan poco, pero que a la vez es mucho.
No se, mi mente está llena de esas dos palabras. Llena de dudas y pocas certezas.
Quisiera decir muchas cosas, pero presiento que no logro hacerme entender con lo que digo o lo que no.
"Cómo duele", la verdad que sí.....




COMO DUELE

Te conseguí la luz del sol a medianoche
Y el número después del infinito,
E instalé la Osa Mayor en tu diadema
Y tú seguías ahí como si nada;
Endulcé el agua del mar para tu sed,
Te alquilé un cuarto menguante de la luna,
Y como buen perdedor busqué en la cama
Las cosas que el amor no resolvía.


Y cómo duele que estés tan lejos
Durmiendo aqui en la misma cama;
Cómo duele tanta distancia,
Aunque te escucho respirar
Y estás a cientos de kilómetros
Y duele quererte tanto,
Fingir que todo está perfecto
Mientras duele gastar la vida
Tratando de localizar
Lo que hace tiempo se perdió…
Acabé con los jardines por tus flores,
Inventé la alquimia contra la utopía,
Y he llegado a confundir con la ternura
La lástima con que a veces me miras;
Que triste es asumir el sufrimiento,
patético es creer que una mentira
convoque a los duendes del milagro,
que te hagan despertar enamorada.


Cómo duele que estés tan lejos
durmiendo aquí en la misma cama;
Cómo duele tanta distancia,
Aunque te escucho respirar
Y estás a cientos de kilómetros.
Y duele quererte tanto,
Fingir que todo está perfecto
Mientras duele gastar la vida
Tratando de localizar
Lo que hace tiempo se perdió…
Por qué nos duele tanta distancia,
Fingir que todo está perfecto
Mientras sientes que te duele
gastar la vida durmiendo aquí en la misma cama…
Cómo duele….


Ricardo Arjona

martes, 20 de enero de 2009

Barack.....tiempo de cambio?




El mundo mira hacia Washington con una ilusión casi religiosa. Obama llega a la Casa Blanca encarnando el final de los peores ocho años de gobierno de los Estados Unidos y la solución a los problemas que George W. Bush ha acumulado y producido desde su llegada a la presidencia en 2001. Se espera de éste que sea el mandato del Cambio: el primer presidente negro de los Estados Unidos concentra en su persona las expectativas de millones de ciudadanos norteamericanos y del resto del mundo.

Bush abandona la presidencia comparado por los especialista con Richard Nixon. Sus polémicas y nefastas iniciativas bélicas han condicionado una política internacional impopular, marcada por las guerras en Irak y Afganistán -donde este fin de semana murieron cinco personas en un atentado a una base estadounidense-, actuaciones ahora consideradas un fraude que Bush hijo maquilla con un dato: Estados Unidos no ha sido blanco de ningún atentado terrorista desde hace siete años. La política interior ha consistido en leves actuaciones fiscales y sanitarias que tampoco han gozado de buena acogida o utilidad y que finalmente han dejado al país creciente de hace ocho años con un acusado déficit, además de no haber sabido gestionar sucesos excepcionales como el desastre del Katrina. Todo esto, desde su ajustada y polémica elección, inspira el pronóstico de que George W. Bush será juzgado por la Historia como el peor presidente estadounidense hasta el momento, un artista del error gestor, cuando no un simplón y perezoso títere de su vicepresidente Dick Cheney.



En las comparaciones históricas, Obama se lleva la mejor parte. Su imagen dinámica ha sido comparada con la de Kennedy -más aún cuando se detuvo a un joven que planeaba disparar contra el presidente electo- y ahora, habiendo llegado a realizar el idéntico viaje de Philadelphia a Washintong que realizó Lincoln en el siglo XIX, se equipara su imagen a la de éste antiguo presidente, reavivando el fuego del ya desgastado sueño americano. En un discurso previo a su investidura, el pasado fin de semana, Obama apelaba a la unidad frente al monumento a Abraham Lincoln, emplazamiento ligado a la figura de Martin Luther King. Pudimos verle agasajado por la actuación de varios músicos, entre los que se encontraba Bruce Springsteen, arquetipo del patriotismo artístico americano, y U2, agrupación cuya vida y obra está intensamente implicada con la lucha por una justicia idealista. Obama canturreaba el tema American Pie en su primer baño de multitudes protegido en una urna de cristal blindado.

El nuevo presidente de Estados Unidos sabe rodearse de simbología y utilizar la retórica, apela a los principios básicos del patriotismo, de la libertad y de la igualdad, llena su discurso de referencias a líderes míticos y bebe de los grandes oradores para emocionar a una audiencia necesitada de optimismo, incluso de idealismo. Ahora hará falta un plan para llevar ese discurso a la pŕactica.

Barak Obama, en referencia al gobierno de George Bush, ha dicho que prefiere mirar hacia delante en lugar de juzgar a su predecesor, que le deja un difícil gobierno. Recibe un país en un estado tal que el líder brillante que se espera que sea Obama es indispensable, recibe un planeta -no olvidemos que hablamos de la primera potencia mundial- marcado por un conflicto globalizado entre Oriente y Occidente, que acusa una crisis financiera que ya se equipara a la del ‘29 y que algunos ya se han atrevido a identificar como el epitafio al capitalismo.

En lo social, la elección de Barak Obama es un importante varapalo al estadounidense racista, pero no la exterminación este sentimiento que puede verse exaltado si no hay una gestión del Gobierno afortunada. Es más, Obama es hijo de keniatas y se formó en un entorno marcadamente islámico, rodeado de diferentes culturas, confesiones y razas; representa el triunfo de los sectores sociales más desfavorecidos, desde los discriminados racialmente a los inmigrantes que llegan a Estados Unidos desde el sur -no en vano fue importante el voto latino, que Barak llegó a pedir en español, algo impensable en Bush-.

Una de la primeras actuaciones del nuevo presidente estadounidense será mediar en Oriente Medio, asegurar la llegada de ayuda humanitaria a la franja de Gaza y, para que el alto el fuego tenga consecuencias al menos a medio plazo, incrementar y mantener la implicación de los países implicados en el conflicto y de la Unión Europea. Tendrá más trabajo en lo que a conflictos bélicos se refiere si, como prometió, retira la ocupación estadounidense de Irak -lo que conlleva la responsabilidad de garantizar la aún incierta seguridad de la población civil de la zona-. También habrá que negociar con Cuba y limar asperezas con otros países de latinoamérica. A muy corto plazo, el cierre de Guantánamo se presenta como algo tan necesario como urgente, a la vez que complicado, ya que requerirá importantes actuaciones diplomáticas.

Y en esas actuaciones puede verse implicada España. Zapatero no descarta que haya a corto plazo una reunión con Obama -quien ya se ha informado sobre el modelo de sistema sanitario español-. El peso diplomático de España, interpretado como creciente por Zapatero después de la presencia en la cumbre del G20 y en la reciente de Oriente Medio, podría tener un importante papel en las actuaciones internacionales estadounidenses, y eso precisamente es algo que en España se espera que suceda mediante una reactivación de las relaciones con Estados Unidos.

En conjunto, se espera de Obama poco menos que la panacea a todos los problemas globales y particulares de Estados unidos, lo que demuestra que ha cautivado con su ideología -o idealismo- y con su apuesta por las libertades de cada individuo. Tal vez, esta capacidad casi omnipotente que se le adjudica a Obama no sea más que el reflejo de la necesidad cambio más que el cambio en sí, y en la política, salvo escasas y honrosas excepciones, suele complirse la ley de que cuantó más asciende la ilusión más dura será la caída del fiasco. El primer error que podemos cometer ahora es pensar que todo es cuestión de tiempo y que la esperanza era un resultado electoral; el segundo es el de confundir la figura del máximo responsable con el único responsable de un estado -no olvidemos que cuando se habla de democracia hablamos de la acción de millones de personas-. Quedan por delante cuatro años -quizás ocho- en los que habrá que trabajar duro para encaminarse hacia la utopía, nada más y nada menos, partiendo de un escenario internacional que es, por decirlo en positivo, el ideal para que un hombre brillante demuestre que lo es.



Extraído del blog: Que no sea de garrafa
Literatura, música, arte y un par de copas

miércoles, 14 de enero de 2009

Frases para pensar

Cada vez que pueda, voy a ir volcando en este espacio, frases, reflexiones de aquellos que son o fueron grandes y que dejaron una huella en este mundo o aún lo siguen haciendo......

14 de enero:

La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Porqué no el corazón? (Gandhi)·

La verdad es que tiene razón. En este mundo tan aturdido y apurado, todos perdemos tiempo en las simples apariencias, en lo externo, en la cáscara. Son pocos los que en realidad se detienen un instante, a embellecer el alma con cosas simples, pequeñas, pero gigantes como el AMOR, la AMISTAD, la MUSICA, un PAISAJE, las dulces PALABRAS...

En la era de la imagen, olvidamos que hay cosas que no vemos, pero existen y que gracias a ellas nos mantenemos vivos...






A esto lo encontré en un simple pedazo de papel, al cual no le había dado importancia, de no ser por las manitos pequeñas que me lo alcanzaron y propiciaron "nuestro encuentro", mi enfoque, mi mirada.
Acá va:

...Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al otro cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso- reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende..."

Del Libro de los Abrazos de Eduardo Galeano.




Qué más puedo agregar? Creo que todo está muy claro...Simplemente me encantó.......

20 de Enero:
hace un rato recibí un mail de la Revista Comunidad de Santo Tomé, y al leerla, me quedé con estas palabras que reflejan lo que hoy me está pasando, lo que estoy sintiendo.
Es muy típico en mí decir por ejemplo, estoy "en la lucha", o "hay que remarla". En realidad, mi vida es así, todos los días me levanto con la convicción de mejorar o de "pelearla" para cumplir con mis objetivos que no son tan altos, sino tan simples como buscar la felicidad haciendo lo que me gusta hacer. Y dentro de esos "me gusta hacer" está mi vocación, profesión la cual se va perdiendo en el tiempo ante la falta de oportunidades, que si bien son muchas, siempre son los mismos los que quedan con las manos llenas.
Creo que este nuevo año, tengo que renovar las esperanzas, respirar otros aires, pararme desde otro lado del mundo, buscar otros horizontes y de este modo.......seguir intentando sin bajar los brazos.... Como las HORMIGUITAS!!!


Las hormiguitas blancas y azules
Si les preguntan dónde trabajan
contestan siempre en la construcción.
La construcción!.
Mucha esperanza, mucho buen día,
Para este viaje que es circular.
Es circular, va a terminarse
para empezar.
Las hormiguitas son muy tenaces,
son tan chiquitas que ni se ven,
Pero los sueños que van cargando
Tienen la altura que tiene el bien.

Las hormiguitas nunca se pierden
porque su viaje es circular.
Es tan redondo como los ojos
de un ser humano al despertar.
Es tan redondo como el planeta
que vamos juntos a liberar.
A liberar, A liberar.

martes, 6 de enero de 2009

Simplemente......CRISTINA

Ayer por la tarde, mientras estaba en la oficina (trabajo 2 veces por semana, desde el año 1999) realizando el control de siempre y en medio de muchos papeles, me encontré con esta sorpresa, que en su momento me había dejado pensando y planteado la misma duda que al fotógrafo de Clarín.
No puedo explicar la emoción que me generó ésto, la verdad es que no podía leer y evitar mis lágrimas al mismo tiempo. Es una historia conmovedora, en muchos sentidos.
Tomé prestado del Diario El Litoral de Santa Fe, el fragmento y las fotos.
Acá se las dejo para que la disfruten.

Emotivo encuentro

El día que la foto tomó vida


El 25 de noviembre pasado, El Litoral publicó una imagen que Dani Yako, de Clarín, sacó durante las inundaciones del ‘83. En el marco de los 25 años de democracia, el fotógrafo inició la búsqueda de aquella niña de grandes ojos negros, para saber cómo había sido su historia. Se llama Cristina, tiene tres hijos, trabaja como empleada doméstica y vive en El Descanso.
Resulta extraño ver llegar a una comitiva de periodistas y fotógrafos. Son las cinco de la tarde del domingo y en El Descanso, donde se besan las rutas 1 y 168, todos hacen honor al nombre del paraje. No hubo ningún accidente. O sí. De otro modo, no se explicaría la reunión de un fotógrafo de Clarín con una de las vecinas que habitan ese barrio calmo, cuyas calles de tierra están delineadas por árboles y salpicadas por la sombra de algún que otro perro que deambula. El accidente ocurrió hace 25 años, cuando la democracia se instalaba por estas tierras. Cuando la tierra, de este lado del mapa, se llenaba de agua. Allí se encontraron, él capturando las imágenes de la tragedia; ella atravesándola. Él, llegando de un exilio en Madrid; ella, viviendo en un vagón del puerto. Hace un par de meses, él presentó un libro con las imágenes más representativas de ese año. Allí está ella, eterna, con su manito llevando a la boca el mate descascarado y sus piernas flacas trabadas en la silla. Desde esa mirada, por aquella impronta mágica de la fotografía, el autor se sintió interpelado. Y la pregunta se disparó, inevitable: “¿Qué habrá sido de su vida?”. Como en casa Su nombre completo es Norma Cristina Vergara, pero suele usar el segundo. “No me gustan las normas” dice, entre risas. Nació el 23 de diciembre de 1974. Sentada bajo la arboleda, al frente de su casa, recuerda que tenía ocho años cuando la mamá dio la voz de alarma: se venía el agua. Parece verla juntando la ropa de la soga, bañando a los cinco hermanos y alistando objetos, en los minutos que faltaban para que pasara la chata de la Municipalidad. El ‘83 estaba recién asomando. Cuando Cristina vio, hace un mes,
su foto publicada en El Litoral, volvió a ser por unos minutos una nena. Una nena que sentía el agua llegándole a los pies. Junto a sus padres y sus hermanos Elsa, Gustavo, Mónica y Liliana, vivía en lo que se conoce como la “vía muerta”, a pocas cuadras de donde hoy reside. Los llevaron al puerto; llegaron de noche y se ubicaron en un vagón. “Era el único que había libre, pero estaba tan sucio... Nos pusimos a limpiar, y entramos. Teníamos nuestros muebles, nuestra cocina, nuestras camas”, cuenta la mamá. En ese vagón conocería Cristina la luz eléctrica. Allí vivirían cumpleaños y Navidades. En ese sitio se fogonearían relaciones de amistad. Incluso sería ése el origen de una historia de amor: la que protagonizaron la hermana mayor y un joven evacuado, que luego se convertiría en su marido. El vagón número 20 sería el hogar de la familia Vergara durante más de dos años. Mocosos A Cristina, al igual que a sus hermanos, su papá no la dejaba tomar mates. “Nos decía que éramos unos mocosos, y que no teníamos idea de cuánto costaba la yerba. Me acuerdo que ese día vi la pava y el mate preparados, y no me aguanté las ganas. Y justo cuando estaba tomando, apareció el fotógrafo. Para mí fue un acto de transgresión, por eso recuerdo ese momento”, se ríe. La nena entró al vagón y le contó a algún adulto que le habían tomado una foto. Cuando volvió a asomarse, los periodistas ya estaban lejos. No imaginaba que la imagen estaría, en minutos, dando vueltas al mundo. Ahora Cristina ofrece mates, pero prefiere no cebar: le gusta recibirlos. Dulces. Cuenta cómo eran sus días en un centro de evacuados, y en su relato se respira más el aire de la aventura que el del sufrimiento. El fotógrafo regresaba a la Argentina, después de su exilio en España. Volvía a mirar el país, con el lente de su cámara atravesado por el drama del agua tapando casas, personas y sueños. La foto fue una más entre tantas otras que intentaban transmitir aquello que las palabras, a veces, no logran. Dani Yako nunca habló con la chica. Ella, sin saberlo, estaba contando algo. Serían esos ojos simples, ese perro como pensativo, esos torsos desnudos de fondo, capturados en una cámara, los que contarían lo que estaba pasando en el Litoral argentino. Imágenes que vuelven La figura del papá aparece fuerte. “Él no permitía que nos faltara nada. Si se caía algo al piso, enseguida lo alzaba, para que estuviera todo limpio”, recuerdan Elsa y Cristina. Desde la foto, la prolijidad del vestido y el brillo de la pava asienten. A sus 34 años esta mujer, que pareciera insistir en preservar su alma en el cuerpo y los modales de una niña, evoca aquellos días como “de mucha diversión, de jugar con amigos, de conocer personas nuevas”. Que compartían la canilla con otra gente y que hacían cola para bañarse, aparecen casi como anécdotas. Sí afirma que fue triste tener que irse. Y que sufrían mucho el frío y el calor en los vagones. Pero lo importante era que la familia estaba unida, y que a ninguno le faltaba pan ni ropa. Recuerda que la rutina cotidiana incluía, durante esos años, ir a la escuela: “La N° 11 Juan Galo Lavalle, que estaba en San Jerónimo 1911”, especifica. Buena alumna en la primaria -fue primera escolta- , la rebeldía llegó justo en el momento de tener que comenzar primer año. Y ella decidió que no lo haría. Entre las imágenes de esa época se cuela la de los marineros que llegaban al puerto, las catequistas que pasaban por los vagones y organizaban juegos, los circos y parques de diversiones que se instalaban en el lugar, los bailes que se armaban detrás del muelle. El vagón estaba dividido por cortinas: de un lado, la habitación de los padres; en la otra punta, la de los chicos; en el centro, el comedor. El papá trabajaba en una empresa de construcción; la madre era doméstica y cosía. “En esos años conocimos el centro. Íbamos todos los días a la plaza de los sapitos” rememora, mientras busca con la mirada la complicidad de su hermana. El nombredel padre Agustín, de 10 años; Micaela, de 9 y Abril, de 7, la observan. Miran el cuadro, y vuelven sobre ella. “Pareciera que el tiempo no pasó”, dirá su mamá, que este año se propuso iniciar la escuela secundaria, y que sueña con poder estudiar algo que esté ligado a la infancia. Hoy Cristina tiene su trabajo, en casas de familia y cuidando niños. Su marido es empleado de un autoservicio. Una gran foto de Jesucristo es la protagonista de su comedor. La casa fue puesta en pie, primero con chapa de cartón, luego con material. Allí están las marcas de las manos de su familia, que la ayudaron a levantarla. Allí, sentada alrededor de una pequeña mesa, parte de la familia comparte fotos, recuerdos, anécdotas. “Puedo decir que nos superamos, que salimos adelante. Sin ayuda de nadie: sólo por nuestro trabajo. Tenemos los mismos vecinos de siempre, y seguimos siendo amigos de algunas personas que conocimos durante la inundación. Lo importante para mí son las ganas de progresar”, reflexiona. Hija de un peronista de sangre (a pesar de su nombre, su papá Hipólito fue un ferviente admirador del general), ella se niega a depender de la ayuda de nadie. El reclamo no asomará nunca por sus labios. Tampoco se filtrará el lamento. El trabajo es el estribillo de su himno personal. Cristina sabe que las garras y la dignidad alcanzan para construir el propio destino. Blanco sobre negro Las fotos de Yako recuperan algo de aquel aire nuevo que trajo consigo 1983. Eran nuevos tiempos, genuinos, marcados por la ilusión, por los anhelos que parecían empezar a tomar forma. Uno de los tantos paralelismos que se obstina en trazar la historia: Dani Yako insiste en su vieja Leica, en el artesanal proceso del revelado, en la mística del blanco y negro. Cristina se empeña en defender la palabra, la dignidad, el don de gente. Se refugia en su hogar, en la intimidad de un mate espumoso, en la libreta de los chicos, en las cosas simples. Cosas que ni el tiempo ni el agua pudieron tapar. Por algo se encontraron. La marca del agua La historia de Cristina con el agua no termina en 1983. En 1998 y 2007, la familia volvió a vérselas cara a cara con la inundación. “Quedé muy marcada, sobre todo por la última. Cada vez que llueve mucho, me asusto”, confiesa. Hoy conviven con esa posibilidad, pero no cambian por nada el sosiego de ese lugar ubicado a sólo diez minutos de la ciudad. La historia, paso a paso 17 NOVIEMBRE 2008 Dani Yako presenta en Buenos Aires el libro: “1983, imágenes del regreso”, en el que se reproducen fotos tomadas por él en ese año. Allí aparecen figuras reconocidas como las de Alfonsín, Borges o Cortázar; y también rostros anónimos, como el de la nena inundada. El texto va acompañado de pequeños ensayos, escritos por Raúl Alfonsín, Martín Caparrós, Estela de Carlotto, Jorge Lanata y Beatriz Sarlo. Ésta última plantea que “(esas fotografías) muestran una dimensión cíclica y repetida, como un destino o una rueda que, aunque se mueve lentamente, no se detiene”. Esta frase funciona a modo de disparador para emprender la búsqueda y saber qué fue de la historia de esa criatura. 25 NOVIEMBRE 2008 El Litoral publica la nota: “En busca de la historia detrás de la imagen”, con la foto de Dani Yako. No hay datos respecto del lugar donde pudo haber sido tomada. En ese momento, el fotógrafo trabajaba para la agencia de noticias DyN y para revistas y agencias internacionales. 2 DICIEMBRE 2008 Una de las hermanas de Cristina, a través de una señora conocida, se pone en contacto con El Litoral. La nena de la foto se cristaliza en un nombre, un apellido, una historia.

Acá empezó la historia, por la cual hoy dedico este pequeño fragmento. Me demostró que no sólo en los diarios,se pueden publicar noticias tristes y catastróficas, sino que también, relatos de vida cotidianos, simples y llenos de ternura y esperanza....

En busca de la historia detrás de la imagen

Dani Yako, editor jefe de Fotografía de Clarín, tomó esta foto en un centro de refugiados por las inundaciones, en 1983. La imagen dio vueltas al mundo, por su fuerte contenido emotivo. 25 años después, intenta conocer cuál fue el destino de esta niña.
Cuando tomó esa foto estaba apurado. La vorágine de la cobertura periodística de una inundación le marcaba el paso. Simplemente buscó la mejor toma, hizo foco y disparó. Luego vendrían otras imágenes, muchas. Los primeros aires de la democracia se mezclaban con el color de la pobreza, del agua, de la desesperación.
Dani Yako no recuerda exactamente el lugar, pero sabe que fue en un centro de evacuados, durante la crecida de abril del ‘83. Tampoco tiene registros del entorno de esa fotografía. Pero es esa nena, ese perro, esa actitud, la que despertó la sensibilidad de muchas personas. Y también la suya.
Como imagen que intenta contar una época, la foto fue incluida en el libro “1983: imágenes del regreso”, que se presentó hace unas semanas en Buenos Aires. Con textos de Raúl Alfonsín, Martín Caparrós, Estela de Carlotto, Jorge Lanata y Beatriz Sarlo, el trabajo pretende brindar “un pequeño homenaje a ese año clave en la historia de los argentinos”, según define el propio Yako.
En un breve ensayo, Sarlo reflexiona: “Nuestra mirada no puede sorprenderse ante el tema de estas fotografías, porque anticiparon el paisaje de hoy. Muestran una dimensión cíclica y repetida, como un destino o una rueda que, aunque se mueve lentamente, no se detiene. Esa nena que duerme entre cartones, si todavía está viva, hoy tendrá alrededor de treinta y cinco años; si todavía está viva, lo más probable es que siga rodeada de cartones y también que, a veces, duerma a la intemperie. El futuro que se anunciaba tiene una cualidad repetida, como si no hubiera tiempo entre estas fotos del pasado y las que hoy pueden tomarse (...)”.

EL TIEMPO CIRCULAR

La inundación de Santa Fe quedó marcada a fuego en la retina de Dani Yako como una de las primeras imágenes después del exilio. Volvía al país después de siete años en Madrid. La agencia de noticias DyN lo incorporaba como editor; mientras sus trabajos eran publicados por Der Spiegel, Geo, Veja, Isto É, y las agencias Reuters y France Presse.
“A veces los fotógrafos no nos detenemos. Menos aún en un caso extremo, como el de una catástrofe. Hacemos la foto y seguimos viaje. En esos días yo andaba entre Chaco, Santa Fe y Formosa. Fue muy movilizador para mí: estaba redescubriendo el país. Iba de un lado para otro: los evacuados, la Gendarmería, el Ejército. Sentía que era todo tan terrible”, recuerda.
Años después, la imagen en blanco y negro lo interpela. “Veo la figura del perro, la veo a ella pensativa... Y me pregunto qué le habrá pasado en la vida a esa nena, cómo habrá sido su historia”, dice.
La pregunta dispara otras, que se inscriben en el nivel de lo social: qué pasó en estos años con la pobreza, con las deudas pendientes, con las tantas veces proclamada redistribución del ingreso. “Hace unos meses fui a Rosario, a dar una charla a la Universidad. Todos los estudiantes eran menores de 25. Les costaba entender que esa foto había sido sacada en el ‘83: todos creían que eran de la última inundación del Salado”, cuenta el fotógrafo.
Martín Caparrós habla de esto en el libro: “(1983) tuvo, por supuesto, lo que tiene cualquier año: sorpresas, perros, inundaciones, pobres, músicos, amores, gritos, marchas, un error. Pero todo eso parecía circunstancial, porque lo importante era lo que estábamos por fin dejando atrás; lo que esperábamos que por fin llegara. Aquel año todo cambiaba todo el tiempo: fue el último avatar de esa idea del tiempo como agente del cambio; desde entonces, el tiempo fue transcurso y poco más. Quizás por eso, al recordarlo, al mirarlo en las fotos, al buscarlo en palabras, nos ataca esa nostalgia de 1983, el año más iluso”.

lunes, 5 de enero de 2009

Acá de nuevo

Hacía mucho tiempo que no me sentaba a escribir , si bien no cambió mucho mi vida (mi resultado no fue el esperado.....), sigo realizando algunas cosas para matar el tiempo y transformar lo que yo llamo negativo de lo que a veces siento, en positivo.
En el mes de diciembre estuve por varios días abocada al regalo de mi hija, su regalo de navidad....
Quería que sea algo especial, hecho con mis manos y con todo mi amor. También que le sirviera en los próximos años, es decir, que tenga una verdadera utilidad. Así que me puse a pensar en qué podía ser.....
La verdad, mucho no me costó, las ideas salieron como un torbellino de mi cabeza y me puse
"manos a la obra".
La idea: mesa, silla y caja para juguetes.
A la silla la tenía. Compré una mesita con aristas redondeadas para que no se lastime, y comencé con la búsuqeda de la caja (circular, que tenía en mente)
Varios se me rieron cuando les conté que estuve de "ciruja". Para los que no saben lo que es, ciruja se le dice a la gente que recoge basura, especialmente ciertos productos que puedan reutilizar o en los peores casos, consumir.
En mi, caso fue para reciclar.
Una tarde pasé por el frente de una heladería y me encontré con 3 tachos de dulce de leche, esos de cartón. Como mi marido no quiso colaborar porque le daba vergüenza, fui yo quien recogió 2 del piso, más no podía, sólo tengo 2 manos. Igualmente, mi suegro, ya me había guardado uno.
De repente, me encontré con 3 tachos que debía limpiar para poder luego darle la utilidad pretendida.
Ni se imaginan, la fuerza que hice para poder quitarle todo el dulce. Me llevó casi toda una mañana.....!
Ya con todo listo, comenzó mi obra de arte.
Pintura, acrílicos de varios colores, pinceles, figuras de madera, agua ras, lija, cinta adhesiva y rienda suelta para la imaginación. Comencé con mi tarea que llevó, como dije antes, varios días de trabajo y dedicación, pero me gustó mucho hacerlo.

Acá está la "obra de arte"

Sillita, mesa y guarda juguetes, con apliques y motivos iguales (rayas, figuras de madera y papel)

Quiero contarles, que también hice un guarda juguetes para regalarle a Mauro, el hijo de mis amigos Adri y Marcelo.
Próximamente voy a agregar una foto.